Hola a todos!, esta semana la entrada va a ir dirigida a un artista que descubrí hace tiempo y sus obras, a pesar de que son conocidas por muchos, no lo son para otros.
Él es Uğur Gallenkuş, es de Estambul (Turquía) y es conocido por reflejar en duros collages, el impactante contraste entre dos mundos diferentes (oriente y occidente). Sus obras incitan a la reflexión, a pesar de ser dos zonas relativamente cercanas y de vivir en la misma época, sus realidades son bien diferentes.
“Vivo en Turquía, que se ubica al lado de una de las regiones más peligrosas del mundo moderno”, afirma el artista. Si bien es cierto, la situación es peliaguda. La guerra de Siria que comenzó hace 7 años, está siendo uno de los conflictos más sangrientos de este siglo, dejando miles de muertos y ciudades devastadas a su paso. El problema es que tenemos esa situación normalizada, y en general, hay poca concienciación. Por eso mismo Uğur, se lanzó a crear estas devastadoras obras.
El artista muestra cierto interés hacia los niños, pues, en estos casos son los más vulnerables. Según UNICEF hay más de 8,4 millones de niños afectados por este conflicto, 6 millones necesita ayuda humanitaria y más de 2 millones no puede recibirla porque se encuentran en zonas inaccesibles o asediadas. Por lo general en situaciones de guerra los niños son usados como blancos. En Siria se producen numerosas violaciones a sus derechos (educación, salud, protección...), y muchos se ven obligados a ser soldados o trabajar para sacar adelante a su familia. También hay un elevado número de niños que han tenido que huir del país con sus familiares o sin ellos. La representante del Secretario General sobre niños en conflicto armado afirmó que los niños de Siria ni siquiera conocen el significado de la palabra paz.
En relación a la educación, la guerra acabó con el sólido sistema educativo que Siria poseía antes del conflicto. Hay muchas características que han marcado esta guerra, pero sin duda una de ellas es el ataque a los centros educativos. Esto afecta profundamente a la educación de los niños, pues un ataque a un centro educativo supone el cierre de este, y en el caso de que se mantuviera abierto, los niños tendrían miedo de acudir a el.
El papel de las niñas ante esta situación es lamentable. La violencia sexual ante la población civil es una realidad. Lo que sucede es que los autores de dicha violencia no sufren castigo ninguno, lo que debilita a la población indefensa ante estos actos. Niñas y mujeres son obligadas a limitar su movilidad, sin acudir, por ejemplo, a clase.
Esta es la realidad que muchos niños viven hoy en día. Mi hermano tiene 10 años, y a mi se me parte el corazón cada vez que pienso en que millones de niños sufren tales crueldades, por motivos que, seguramente, ni conocen.
¿Realmente lo necesitamos? ¿Valoramos lo suficiente?, son algunas preguntas que se me vienen a la mente al observar los panoramas planteados.
Esta guerra ha dejado la economía siria, básicamente hundida. Muchas personas han perdido su empleo, y la población se ha visto sumergida en la pobreza. Esto obliga a muchos ciudadanos a tomar la decisión de partir de Siria hacia países vecinos, cruzar el mediterráneo hacia Europa...
Convertirse en refugiados no hace que los problemas de estas personas se solventen. Los refugiados viven situaciones de pobreza que hace que muchos se planteen incluso volver a Siria. Tres cuartos de la población refugiada siria en Líbano vive con menos de cuatro dólares al día, unas condiciones que se agravan por los recortes en ayuda humanitaria en los últimos meses.
Suficiente calvario es para una familia huir de su país por culpa de una guerra, convertirse en refugiados y además sufrir los recortes de la ayuda humanitaria. Este es el caso de Riad Zibou, refugiado junto a sus cuatro hijas y su mujer en el Líbano. Al enterarse de que había perdido las ayudas de la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), decidió ir a una de las oficinas de las Naciones Unidas y se prendió fuego. Fue su manera de llamar la atención y dar a conocer esta situación que afecta a muchas más personas.
La vuelta a Siria supone para los refugiado ponerse en peligro, pues el retorno no es seguro. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja más del 80% quiere volver a su casa, a pesar de ello, al exponerse a tal riesgo, se entiende que no es la mejor situación para volver.
Esta condición de pobreza ha provocado que se dispare de manera vertiginosa el trabajo infantil. Un niño puede recibir un salario de menos de un dólar por cada 11 horas trabajadas, lo que acarrea una situación clara de explotación infantil.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Nosotros desde nuestras casas no podemos detener una guerra como la de Siria, no podemos hacer que deje de morir gente, ni que familias dejen de sufrir tanto.
Como individuos, teniendo en cuenta que eso nos podría estar pasando a nosotros, considero que tenemos que empatizar con la situación. No son pocas veces las que escucho discursos que desprestigian a los refugiados, incluso que los repudian. Vivimos en el siglo XXI, y creo que el racismo no debería de tener voz en la sociedad. Todos somos personas y eso es más que suficiente para no dejar de lado a seres humanos que están poniendo su vida en peligro huyendo de una guerra, para no excluirles y sobretodo para no respetarlos.
El hecho de que refugiados lleguen a tu país, no implica que tengas que acoger a nadie en tu casa, el Estado debe cubrir esa necesidad. No son terroristas, en los recientes atentados (Francia, Alemania, Londres...), los principales sospechosos eran natales de los dichos países, cualquiera podría realizar un ataque terrorista, no juzgues. La mayoría de países que acogen a refugiados son pobres, es necesario descender hasta el puesto número 8 para encontrar un país europeo (Alemania), organizaciones humanitarias denuncian situaciones de malos tratos incluso se llega a hablar de esclavitud, cerrar y externalizar fronteras no es una solución. Muchas personas (incluidos políticos conocidos), alegan que no caben más refugiados (aunque luego digan que hay que tener más hijos), supongo yo que no estarán informados de que España solo ha cumplido el 15% de refugiados de los 17.337 comprometidos, que repartidos entre todas las provincias serían menos de 350 por cada una. Tampoco los refugiados acaparan todo el dinero público, pues si bien es cierto que reciben ayudas, éstas son solo temporales y con el fin de fomentar su autonomía. A todo esto hay que sumarle que las personas se ven prácticamente obligadas a huir de su país si no quieren morir, además de que en ningún momento Europa ha dejado de vender armas.
Os invito a reflexionar parafraseando a la escritora somalí Warsan Shire: “Nadie pone a su hijo en un barco a menos que el agua sea más segura que la tierra”.
Finalmente y retomando al artista Uğur Gallenkuş, os recomiendo que paséis por su instagram y le deis un par de vueltas al tema. Espero que la situación mejore, que miremos a la gente más allá de los prejuicios y que valoremos todo lo que tenemos y desgraciadamente otros no lleguen ni a ver en su vida.
Nos vemos!!!